LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

Bueno, la lección de hoy es muy hermosa. Van a gozar mucho, ya verán. Y además, es más sencilla que la de ayer. La de ayer era más profunda, pero la de hoy es preciosa y de grandísimas consecuencias prácticas para nosotros.

Vamos a contestar a tres preguntas que se formula Santo Tomás de Aquino en otros tres artículos de la Suma Teológica, hablando todavía de la caridad increada, de la caridad tal como está en Dios.

Pregunta: Si Dios ama todas las cosas.
Segundo: Si las ama todas por igual.
Y tercero: Si ama más a las mejores que a las no tan buenas.

Ya verán ustedes la de cosas provechosas que vamos a extraer hoy. Qué maravilla.

Primero: si Dios ama todas las cosas. Evidentísimo hasta la exageración. Basta leer el argumento de Santo Tomás para que vean clarísimamente que tiene que ser así. La conclusión suena así: "Dios ama infinitamente todo cuanto existe, o sea, todo cuanto ha sido producido por su voluntad creadora." He aquí las pruebas: Primero la Sagrada Escritura. El teólogo tiene que probar sus cosas ante todo por la Sagrada Escritura, por la Revelación, y después viene la razón teológica para completarlo y explicarlo, pero lo fundamental ha de ser el Virgo, la Revelación. En el libro de la Sabiduría 11, 25-26 y en otros muchísimos puntos, pero en éste está clarísimo, dice: "Pues amas todo cuanto existe, y nada aborreces de lo que has hecho, que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si Tú no quisieras? ¿O cómo podría conservarse sin Ti?" Resulta evidente pues, lo dice el libro de la Sabiduría.

Y el argumento de razón de Santo Tomás es clarísimo: "Este texto de la Sagrada Escritura nos da la explicación profunda y al mismo tiempo sencillísima de lo que queremos probar. Todo cuanto existe fuera de Dios son seres creados - ya les dije el otro día que todo cuanto existe es una criatura, hasta los ángeles, hasta la humanidad de Cristo-. Todo lo que no es Dios, es criatura. Todos son seres creados, que por lo mismo no tienen en sí mismos la razón de su subsistencia sino únicamente en Dios. Existen porque Dios quiso, más exactamente porque Dios los quiso, ya que sin la voluntad divina creadora, jamás hubieran podido llegar a la existencia, pero como la conservación en el ser equivale a una creación continua, síguese que su existencia no depende solamente del acto creador que los sacó de la nada, sino también y en cada instante del acto conservador de Dios que los mantiene en el ser. Luego es tan claro y evidente que Dios quiere todo cuanto existe, que si dejara de querer alguna cosa, ipso facto esa cosa dejaría de existir."

Ha dicho alguien una frase bellísima que dice así: "Si Dios se durmiese, se despertaría completamente solo". Toda la Creación habría desaparecido. A la nada absoluta. Pero no se asusten, hijas mías, que Dios no tiene sueño, no se dormirá jamás, pero si se durmiese, si prescindiese de su acción creadora, todos volveríamos a la nada. De manera que todo cuanto existe, existe porque Dios lo está conservando.

Miren el ejemplo que les pongo siempre de la luz. La luz se enciende cuando damos al conmutador eléctrico, pero no solamente es al momento de darle al conmutador que entonces creamos la luz, sino que todo el tiempo que la luz esté encendida tiene que mandarle la corriente, porque si dejaran de mandar la corriente por un instante, se apagaría, oscuridad total. Esto es evidente. Si Dios se durmiese, se despertaría completamente solo. Ya no habría Creación. Pero no se dormirá, estén tranquilas.

CONTINUARÁ... (41:18)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

De esta doctrina tan profunda y sencilla a la vez, se siguen consecuencias muy prácticas. Escuchen las consecuencias, he aquí algunas de las más importantes:

- Es inútil luchar contra la voluntad de Dios. Todo el poder de todas las criaturas juntas, poder que por otra parte han recibido del mismo Dios, es pura impotencia ante un simple querer de Dios. Cuando Dios quiere una cosa con voluntad eficaz -porque a veces quiere las cosas sin voluntad eficaz, ya hablaremos de eso también cuando tratemos acerca de la voluntad de Dios-, pero cuando Dios quiere una cosa con voluntad eficaz, no hay fuerza humana que lo pueda evitar. "Hámelo dicho el Señor", que decía Santa Teresa. Es decir, a mí qué me importa, si me dicen que no haga nada, no haré nada. Pero se hará, porque es voluntad del Señor. Cuando Dios quiere una cosa, se hace.

- La oración, que mueve en cierto modo la voluntad misma de Dios a concedernos sus gracias, es una fuerza incomparablemente más grande que todas las máquinas de guerra que ha inventado o puede inventar el hombre. En efecto. Los siete enanos están haciendo el ridículo, y una monja de rodillas puede traer la paz al mundo. Santa Catalina de Siena sostenía sobre sus hombros la Iglesia entera, ella sola. Con la oración. El peso formidable de la oración está en sus manos.

- Considerados en cuanto seres, no en cuanto malus, Dios quiere la existencia de los mismos demonios y de los condenados en el infierno, y de los que están en pecado mortal... Si existen es porque Dios quiere su existencia, ya que no podrían existir contra el querer de Dios. Si Dios no quisiera que existieran, no existirían. Satanás existe porque Dios quiere que exista como ser, no como demonio, y el pecador existe porque Dios quiere que exista como ser, no como pecador, pero como ser sí, y Dios le está sosteniendo y preservando la existencia. Ya lo hemos dicho muchas veces, por esencia, presencia y potencia está Dios en Satanás, y en un alma en pecado mortal. San Juan de la Cruz, nada menos que en la 1º canción del Cántico Espiritual, se exalta de gozo y dice: "Oh alma mía, qué alegría pensar que Dios estará siempre contigo ¡aunque estés en pecado mortal!". Claro, en este sentido lo está, aunque estemos en pecado mortal.

A la dificultad sacada de la Sagrada Escritura que dice: "Has odiado a todos los obradores de iniquidad" (Salmo 57), contesta Santo Tomás: "No hay inconveniente en que una misma cosa sea en un aspecto objeto de amor y en otro, objeto de odio. Dios ama pues a los pecadores en cuanto son seres de determinada naturaleza, ya que como tales, tienen ser, y proceden de Él. Pero en cuanto pecadores, puede decirse que no existen, que les falta el ser, y esto no proviene de Dios, y en este aspecto son para Él objeto de odio." Esto es profundísimo, hijas mías. El pecador en cuanto tal no existe. El pecado en cuanto tal no es ser, sino privación del ser. Un ejemplo bastante claro: las tinieblas no existen, las tinieblas son la nada, son privación de luz, pero existir como tales no existen, las tinieblas no existen. El pecado no existe, es privación del bien, y la privación del bien es la nada. No existe. Es una nada mala, pero en el fondo ni siquiera existe. ¡Qué profundo! Si no me han entendido, lo siento, pero esto es así, metafísica pura, teología pura. ¡Qué profundo es Santo Tomás, Dios mío, una maravilla! Fue predestinado por Dios para eso.

Segunda conclusión, ¿ya verán qué maravilla! "Dios no ama las cosas porque son buenas, ¡sino que son buenas porque las ama Dios!" Sublime...

Nosotros nos enamoramos de una cosa y la queremos cuando nos parece que es buena, que nos conviene; si considerásemos que aquella cosa no nos conviene, no la amaríamos. Sin embargo, Dios hace que la cosa que ama Él es precisamente buena porque la ha amado Él, y al amarla le produce la bondad que tiene, porque Dios no puede estar sujeto a que venga después de la acción de Dios la acción de la criatura. Dios no puede encontrar en la criatura nada que no sea de Él y entonces enamorarse, no, eso no es posible. De ninguna manera. Es al revés. Toda la bondad de las criaturas la causa Dios, y en la medida y el grado en que lo causa Dios.

CONTINUARÁ... (45:46)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

Escuchen a Santo Tomás que lo explica divinamente:

"Dios ama todo cuanto existe. Todo lo que existe, por el mero hecho de existir, es bueno, ya que el ser de cada cosa es un bien, como asimismo lo es cada una de sus perfecciones. Hemos demostrado que la voluntad de Dios es la causa de todo cuanto existe; las cosas existen porque Dios ha querido que existan, es la voluntad de Dios, Él las ha creado, luego en tanto una cosa tiene el ser u otra perfección cualquiera, en cuanto que Dios lo ha querido; por consiguiente, Dios quiere algún bien para cada uno de los seres que existen, y como amar es precisamente querer el bien para otro, síguese que Dios ama todo lo que existe. Sin embargo, no lo ama del mismo modo que nosotros, porque como nuestra voluntad no es la causa de la bondad de las cosas, sino que al contrario, esta bondad es la que mueve y excita como objeto de amor a nuestra voluntad, síguese que el amor por el que queremos el bien para alguien no es la causa de su bondad, sino que su bondad, real o aparente, es lo que provoca el amor en nosotros, por el cual queremos que conserve el bien que ya tiene y adquiera el que no posee, y en ello ponemos nuestro empeño. En cambio, el de Dios es un amor, fíjense bien la fórmula que va a dar, el amor de Dios es un amor que crea e infunde la bondad en las criaturas."

Una maravilla. Sigue Santo Tomás:

"Se comprende que tiene que ser así, porque de lo contrario se seguiría el absurdo de que un ser creado tendría alguna perfección o amabilidad no recibida de Dios, lo cual es imposible y contrario. Esto no es posible, ya que es Dios quien la sacó de la nada dándole todo cuanto tiene de ser y de perfección."

En efecto. Sería una contradicción total.

Este principio profundísimo y eminente, el amor crea e infunde la bondad en los seres creados, tiene enorme repercusión en toda la Teología, y de él se desprenden consecuencias gravísimas, muy prácticas para nuestra vida espiritual. Escuchen algunas:

"Este principio -dice un teólogo dominico-, de profunda raigambre metafísica, Dios crea e infunde el amor en las cosas, la bondad de las cosas, tiene en la teología de Santo Tomás enorme trascendencia, sobre todo en la cuestión de la predestinación y de la gracia. Es éste un principio universal, que tiene aplicación lo mismo en el orden natural que en el sobrenatural. También en el orden sobrenatural debemos decir: Dios no quiere más a una persona porque sea más perfecta y más santa, ¡sino que una persona es más perfecta y más santa porque Dios la quiere más a ella! Esta profunda doctrina tomista debe extirpar en nosotros todo principio de soberbia y de vanidad. Quien encuentre en sí mismo alguna buena cualidad o perfección, quien se crea más perfecto y mejor que su prójimo, sepa que esto obedece a que ha sido prevenido con mayor amor por parte de Dios, lo cual debe inducirle a un reconocimiento más humilde y más profundo, para con el dador de todo bien. Es la misma doctrina que expresaba San Pablo cuando escribía: "Quién es el que te ha hecho a ti preferible? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿de qué te glorías como si no lo hubieras recibido?"

Así es, hijas mías. De manera que una persona puede ver que es mejor que otra, sí, no hay inconveniente. Qué duda cabe que Santa Teresa de Jesús, cuando escribía la séptima morada, ¡veía que estaba ella en la séptima morada!, ¡veía que ella era una gran santa!, lo veía, y sin embargo no se levantaba en su alma ningún sentimiento de vanidad sino que se abrumaba por esto, ella hubiera querido ser la última de todas, el farolillo rojo, meterse debajo de la tierra...

Y San Juan de la Cruz, cuando escribía la "Llama de amor viva", se daba perfecta cuenta que se trataba de él, que ya estaba en la cumbre, que era un santo de primera categoría, ¡lo veía!, pero al mismo tiempo, deshecho de humildad, exclamaba "Señor, padecer y ser despreciado por ti. Lo que quiero es que me desprecien, ser el último en todo."

Precisamente por la luz que tienen lo ven claro que todo lo que tienen viene de Dios y que de ellos no es nada, y por eso no tienen ni sombra de vanidad. Esto es magnífico.

CONTINUARÁ... (50:36)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

La doctrina de este artículo prepara el camino para los dos siguientes, que son clarísimos y llenos también de consecuencias prácticas, lo van a ver ustedes ahora mismo.

Segundo artículo: Si Dios ama todas las cosas por igual.

Santo Tomás dice que sí y también dice que no. Ya verán en qué forma sí y en que forma no. Qué profundo también, qué sencillo y qué práctico. Escuchen, hijas mías, he aquí la respuesta de Santo Tomás tan clara y evidente que no necesita explicación ni comentario alguno. Yo me limito a copiar las palabras del Doctor Angélico, después hago un pequeño comentario pero tan claro está lo que dice el santo que ya no tengo que añadir nada más. Escuchen:

"Como amar es querer el bien para alguien, que una cosa se ame más o menos puede suceder de dos maneras: una, por parte del acto de la voluntad que ama, que puede ser más o menos intenso, y en este modo, Dios no ama más unas cosas que otras, porque lo ama todo con un simple acto de voluntad que no varía jamás y es infinito. Dios no puede amar más que infinitamente porque Él es infinito. -Dios no puede amar finitamente, no puede; decimos que Dios es omnipotente, y ciertamente lo es, pero para ciertas cosas, para otras no, porque Dios, por ejemplo, no puede pecar, ni tampoco puede hacer un acto finito, no puede; o hace un acto infinito o no puede actuar, porque es que no tiene otra manera de ser, tiene que hacer las cosas a la manera infinita como Él es, para que vean ustedes cómo son las cosas, todo Dios es infinito y no puede hacer un acto infinito-. Por consiguiente, por parte de la voluntad de Dios, todo lo que ama lo ama infinitamente, por parte de la voluntad, pero atención, que no solamente hay que tener en cuenta por parte de la voluntad, sino también por parte de la cosa querida, y por parte de la cosa querida, por parte del bien que se quiere para el amado, y en este sentido, amamos más a aquél para quien queremos mayor bien, aunque la intensidad del querer sea la misma. Así pues, es necesario decir que de este modo, Dios ama unas cosas más que otras, porque como su amor es causa de la bondad de los seres, no habría unos mejores que otros si Dios no quisiese a unos más que a otros porque serían todos iguales."

¡Está clarísimo! Si hay unos que son mejores que otros, es porque Dios les ama más, porque les ha dado más, si no no serían mejores, seríamos todos iguales. De manera que por parte del acto de la voluntad tal como sale de Dios, es infinitamente para todos, no puede serlo de otra manera, pero por parte del bien que Dios desea a éste y al de más allá, desea cosas distintas y diferentes, a unos más y a otros menos. ¿Por qué? Pues miren ustedes, porque le da la gana. No hay una razón para esto. A uno Dios le dio cinco talentos, al otro dos y al otro le dio uno porque Él quiso. Ya está. Pero que Dios le dio a unos cinco, a otros dos y otros uno, esto es ciertamente evidente. Amando infinitamente a todos, porque Dios no puede amar de otra manera, pero dándoles cosas distintas, porque lo quiere Dios así. Sus razones infinitas tendrá, claro, pero no las sabemos. Fíjense si esto repercute en la predestinación. ¿Por qué Pedro sí y Judas no? Santo Tomás resuelve el problema con una serenidad tremenda: "Esto depende sencillamente de la Voluntad de Dios." Se acabó. No sabemos nada más. Pero Dios quiere distintas cosas y a unos más y a otros menos, sin duda alguna. Ya verán las consecuencias que vamos a sacar de todo esto.

Este artículo, simple corolario del anterior, es de importancia decisiva para las cuestiones de la gracia y la predestinación. Lleva de la mano, inevitablemente, a la eficacia intrínseca de la gracia y no por el consentimiento de la criatura, la cual no puede por sí misma producir el bien, independientemente de la divina moción, y a la predestinación enteramente gratuita, antes de la previsión de los méritos del predestinado. Son tesis capitales de la escuela tomista. La predestinación es gratuita. Dios predestina al que quiere. Pero cuidado, ¿significa esto que Dios predestina a alguno para que vaya al infierno? ¡Jamás! Eso es una herejía condenada por la Iglesia. Dios no predestina a nadie para el infierno. Pero a unos los predestina infaliblemente para el Cielo y esos no fallarán. A los que eligió, los justificó. Eso no fallará. Lo otro fallará por culpa de los pecadores, no por culpa de Dios, porque la predestinación para el infierno no existe, eso es una herejía condenada por la iglesia. Pero de hecho, se condenarán muchos por su propia cuenta y razón, y Dios lo permitirá, por un decreto insondable que nosotros no podemos sospechar. "Esto depende sencillamente de la Voluntad de Dios."

Pero ustedes, hijas mías, duerman a pierna suelta, porque tienen seis razones de la esperanza segurísima. ¡Están predestinadas! Si no estuviesen predestinadas, no se salvarían, por culpa de ustedes se condenarían. Pero están predestinadas, tranquilas. Tienen seis argumentos aplastantes. Si aquello no les convenció, ya no les convencerá nada. Aplastante. Qué maravilla es la providencia de Dios, qué maravilla...

CONTINUARÁ... (56:20)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

Y ahora viene una cosa que tiene una importancia práctica enorme: el cuarto y último artículo. En realidad, el tercero de hoy, pero que es el cuarto de esta sección de la Caridad Increada. El primer artículo era el de ayer, y estos tres son los de hoy. Éste es el tercero de hoy y el último ya d ela caridad increada. Mañana, si Dios quiere, empezaremos ya con la Caridad Creada, la virtud teológica de la Caridad.

Este último artículo dice: Si Dios ama siempre las cosas mejores.

Si ustedes tienen un poco de sentido común y saben aplicar los principios que hemos dicho, entonces ya saben la contestación. Pero ya verán las consecuencias. La contestación es sencillísima, cualquiera de ustedes nos la diría ahora mismo. ¿Ama Dios más a las cosas mejores que a las no tan buenas, hijas mías?... Pues evidentemente sí, por supuesto. Dios ama más a las cosas mejores, eso es muy evidente. No hace falta ni demostrarlo, pero ya verán las consecuencias...

Otro artículo que no es sino un simple corolario del principio fundamental que hemos explicado más arriba: "Dios, amando las cosas, crea e infunde en ellas su bondad".

Escuchemos la respuesta de Santo Tomás a esta cuestión: "Conforme a lo que tenemos explicado, es necesario decir que Dios ama más las cosas que son mejores. Hemos dicho en efecto que amar Dios más una cosa es querer para ella un bien mayor. Pues bien, como la voluntad de Dios es la causa de la bondad que tienen los seres, la razón de que unas cosas sean mejores que otras es porque Dios quiere para ellas mayores bienes; por consiguiente, ama más a los mejores." Es de sentido común.

Miren las consecuencias. En el argumento en contra que Santo Tomás aduce, nos dice: "Cada ser ama a su semejante, como se nos dice en el Eclesiástico 13, 19, pero las cosas son tanto mejores cuanto más se asemejan a Dios. Luego, como cada ser ama más a su semejante, los seres mejores son más amados de Dios porque están más cerca de Él".

¡Maravilloso! Y, ¿qué se desprende de esto? Ahora lo verán enseguida:

"Dios ama más a Cristo Hombre que a toda la creación universal entera sin comparación, porque la humanidad de Cristo está hipostáticamente unida a Dios, es lo más cercano a Dios, ya no puede estar más cerca". Le ama mucho más que a la Virgen. ¡Después de Cristo viene la Virgen, por supuesto! Pero en segundo lugar, la Virgen es la criatura que más se acerca a Dios. En tercer lugar, para mí no me cabe la menor duda, corresponde a San José. Al tercero que más ama Dios es a San José, porque es el que más cerca está de Cristo y María. De lo cual se desprende una consecuencia tremenda: y es que, como en el Cielo nosotros amaremos las cosas como las ama Dios, no con el egoísmo y la ignorancia con que las amamos en este mundo, ¡allí amaremos más a los mejores que a los más íntimos nuestros! ¡Amaremos incomparablemente más a Santa Teresa de Jesús y a los santos que a nuestro padre y a nuestra madre! Nuestros familiares estarán detrás. A medida que estén más cerca de Dios, más les amaremos. Y amaremos en primerísimo lugar a Cristo, en segundo lugar a la Virgen, en tercer lugar a San José, y así, en la medida de la proximidad con Dios. Y nuestra familia, ¡uy!, nuestra familia, hijas mías, vendrá mucho más atrás, porque no están tan cerca de Dios, aunque sean bienaventurados.

¡Esto es sublime! Ya en este mundo deberíamos hacerlo así, queridas mías, deberíamos amar a los más santos. Pero como no sabemos quiénes son, pues vamos a amarnos todos por igual porque los más santos sólo los conoce Dios... Pero desde luego, si lo supiéramos nosotros, si supiéramos quién es el más santo, a ése o ésa tendríamos que amarle más que a los demás, claro, porque está más cerca de Dios.

Maravillas insondables de la Providencia, hijas mías, maravillas insondables.

CONTINUARÁ... (1h:12)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

Message par InHocSignoVinces »

Continuando con la Caridad, ahora vamos a plantear unas dificultades que son preciosas, son cinco dificultades que nos va a poner Santo Tomás de Aquino, cinco objeciones que él resuelve magistralmente. Y claro, mientras las resuelve, nos da una doctrina maravillosa que por eso quiero repasarla para su instrucción, hijas mías. Aunque vean que esto nos hace pasar el tiempo, no crean que lo estamos perdiendo, al contrario; no pierden el tiempo, sino que todo esto después las va a encender en un vivo amor de Dios en su corazón, que es lo que yo quiero producir en ustedes. Lo único que yo intento es quemarlas a todas, abrasarlas en el amor de Dios. Pues vamos entonces a fondo con esto.

Este principio es muy fecundo, principalmente para determinar el orden de la Caridad. Como precisaremos en el lugar correspondiente, ya llegaremos a eso, al orden de la Caridad, pero ya se lo he acabado de indicar a ustedes ahora mismo. El orden de la Caridad es según la proximidad a Dios. En la solución a las dificultades que el mismo Santo Tomás se plantea, redondea el santo Doctor esta doctrina tan fecunda en aplicaciones teóricas y en consecuencias prácticas. Vamos a recoger íntegramente las dificultades con sus respuestas correspondientes. Las cinco objeciones de Santo Tomás y las respuestas que él da. Maravilloso.

Primera objeción. Primera dificultad. Cristo es sin duda mejor que todo el género humano, porque es Dios y hombre al mismo tiempo. Sin embargo, Dios amo más al género humano que a Cristo, porque dice San Pablo que "no perdonó a Su propio Hijo, antes lo entregó por todos nosotros". Romanos 8, 32. Luego, no siempre ama Dios más a las cosas que son mejores. Nos amó más a nosotros que a Cristo, y Cristo es mejor que nosotros. Esa es la dificultad. Seguro que muchas de ustedes ya saben resolverla. Pero vamos a ver de qué manera tan brillante y hermosa resuelve esta objeción Santo Tomás. Dice así: "No sólo ama Dios más a Cristo que a todo el linaje humano, sino también más que al conjunto de todas las criaturas de toda la creación universal, puesto que quiso para Él un bien mayor elevándolo al orden hipostático". En efecto, ahí está la respuesta, la elevación a la unión hipostática. ¿Qué importa lo demás? Aunque Le crucifiquen, eso no tiene ya importancia. Lo ha elevado a la unión hipostática, por consiguiente, al que más ha querido Dios es a Cristo, que lo ha elevado a la unión hipostática. Maravilloso. "Porque le dio un nombre sobre todo nombre, de manera que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el Cielo, en la tierra y en el infierno". Por lo demás, en nada empaña su grandeza el hecho de que Dios Le haya entregado a la muerte para la salvación del género humano. Al contrario, de ahí le proviene el ser triunfador glorioso, adquirió el título de Cristo Rey en la cruz, ¡un nuevo título que adquirió en la cruz Ntro. Señor! Por eso dice el profeta Isaías: "Sobre Su hombro lleva la soberanía, la realeza". Cristo Rey ante todo y sobre todo porque está Crucificado. Sublime.

De aquí se desprende una gran enseñanza práctica para nosotros, hijas mías: como el amor de Dios hacia una persona nos traza la norma y la intensidad con la que debemos amarla nosotros, síguese que hemos de amar a Cristo y preferir Su amistad a todos los demás amores y amistades del mundo, estando dispuestos a romper con todos ellos, y aun a perder la misma vida, antes que separarnos de Cristo. Vale más el amor y la amistad de Cristo que la posesión y disfrute eternos de todos cuantos placeres y felicidades puedan proporcionarnos todos las criaturas del universo entero juntas.

Claro. Debemos dejarnos quemar vivos por Cristo, hijas mías, quemar vivos sin vacilar por amor a Cristo. Y luego enseguida por la Virgen, y por San José, como les he dicho antes.


CONTINUARÁ... (1:03:51)
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Re: LA CARIDAD (por un Discípulo de Santo Domingo)

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Segunda objeción. Ya verán qué magníficas son las soluciones a estas objeciones.

El ángel, dice Santo Tomás, es mejor que el hombre. Sí, la naturaleza angélica es mejor que la humana, no hay duda alguna. Nosotros estamos en el cuarto plano, mientras que los ángeles están en el quinto plano, y arriba, en el plano infinito, está Dios. El ángel es mejor que el hombre, sin duda ninguna. Y dice Santo Tomás: "El ángel es mejor que el hombre, pues con referencia a éste [al hombre] se dice en un salmo "Le has hecho un poco inferior a los ángeles". (Salmo 8, 6) Sí, es cierto, somos inferiores a los ángeles. Y esto no obstante, Dios ama más al hombre que al ángel, como dice San Pablo en la epístola a los Hebreos 2, 16 "No socorrió a los ángeles, no los redimió, sino a la descendencia de Abraham". Luego no siempre ama Dios más a los que son mejores, no. A los ángeles no los redimió. Si los hubiera redimido, hubieran salido del infierno todos los ángeles condenados, todos los demonios. Y es de fe que existe el infierno con demonios y condenados, de manera que no los redimió. Pero a nosotros sí. Y como es ciertísimo que el ángel es superior al hombre, luego no siempre ama Dios aquello que es mejor, sino que algunas veces, por capricho o por lo que sea, ama a la criatura inferior, al que es menor".

Ya verán qué contestación tan preciosa tiene Santo Tomás. Él hace distinciones, como corresponde a todo teólogo profundo. No dice nunca sí o no, sino que distingue y hace distinciones, examina el problema desde todos los puntos de vista. Dice Santo Tomás: "Si se trata de la naturaleza humana, asumida por el Verbo divino en la persona de Cristo, la ama Dios mucho más que a todos los ángeles del cielo juntos". La naturaleza humana en Cristo está pues por encima de los ángeles. Eso ya está claro. Pero, ¿y en nosotros? Nosotros que no estamos elevados a la unión hipostática, ¿qué pasaría entonces con nosotros? Y Santo Tomás responde: "Si en cambio se trata de la naturaleza humana en común, o sea, la nuestra, y se la compara con la angélica, ¡en el orden de la gracia y de la gloria somos iguales a los ángeles! Porque ellos tienen la gracia, y nosotros también; ellos tiene la gloria, y nosotros también. Estamos igualados en el orden de la gracia, en el orden sobrenatural, pero en el orden natural no, en el orden natural ellos están por encima de nosotros. ¿Qué pasa en el orden natural pues?" Escuchen, hijas mías, escuchen a Santo Tomás lo que va a decir, Dios mío, ¡qué belleza y profundidad!: "En el orden de la gracia y de la gloria hallamos que somos iguales, porque una misma es la medida del ángel y del hombre como se dice en el libro del Apocalipsis 21, 17; de tal suerte, sin embargo, que en cuanto a esto hay algunos hombres superiores a algunos ángeles, en el orden de la gracia, y también ciertos ángeles superiores a algunos hombres. [No cabe la menor duda que San Juan de la Cruz, por ejemplo, está muy por encima de muchísimos millones de ángeles; Santa Teresa de Ávila, con toda seguridad se encuentra en el coro de los serafines, ¡y tiene ocho jerarquías debajo de ella! Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán se encuentra entre los querubines y serafines, ¡seguro!] Hay santos que están por encima de los ángeles. Y hay ángeles que están muy por encima de los hombres. Pero en cuanto a la condición de su naturaleza, ya verán qué bonito es lo que va a decir ahora, por su naturaleza, el ángel es mejor que el hombre, y si bien Dios asumió la naturaleza humana y no la angélica, no lo hizo porque en absoluto amara más al hombre que al ángel, ¡qué bonito lo que va a decir!, sino porque el hombre lo necesitaba más. Al igual que un buen padre de familia da cosas de mayor valía a un criado enfermo que a un hijo sano". El colmo de la belleza. Esto ya es sublime. Lo necesitábamos más, y por eso Dios se compadeció de nosotros. Los ángeles estaban seguros en el cielo, pero nosotros necesitábamos más el amor y la ayuda de Dios. Un padre bueno le da más cosas al criado enfermo que al hijo sano, si tiene entrañas de caridad y de compasión como las tiene el Buen Dios. ¡Qué maravilla!


CONTINUARÁ... (1:08:12)
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