JUAN B. MONTINI, EL PRINCIPAL ARTÍFICE DE LA DESTRUCCIÓN
Pero, volvamos al caso del Papa Montini, a la pregunta planteada ante la conciencia católica por sus dichos y
sus hechos, que han provocado esta "autodemolición de la Iglesia". En las páginas anteriores de este libro,
hice notar la influencia que el judaísmo, gracias a sus operaciones bancarias, ha logrado tener no tan sólo en
el gobierno de los diversos países, sino en el seno mismo de la Iglesia de Cristo. Dicen, y no sin razón, que el
dinero es la llave que abre todas las puertas; y, por desgracia nuestra, esa llave está en manos de la judería
internacional.
La Administración del Patrimonio de la Santa Sede es el resultado de la unión, realizada por Paulo VI en mayo
de 1968 de la Administración de los Bienes de la Santa Sede y la Administración especial. Para que el lector
pueda comprender mejor la situación, explicaremos —siguiendo a Corrado Pallenberg— cuáles fueron las
respectivas tareas de estas dos Administraciones, antes de la reforma de Paulo VI. La Administración de los
Bienes de la Santa Sede, en teoría, hubiera debido ser la más rica de todas, dado el inconmensurable valor de
la Basílica de San Pedro, de la columnata de Bernini, del conjunto de magníficos palacios, que forman esta
ciudad única. ¿Quién podría u osaría poner una etiqueta con el precio sobre la "Piedad" de Miguel Ángel, o
sobre el "Juicio Final de la Capilla Sixtina" o sobre los alquileres de apartamentos y negocios que el Vaticano posee
en Italia y especialmente en Roma?
La Administración especial fue creada por Pío XI, el 7 de enero de 1929, con la principal tarea de administrar
el capital de 1.550 millones de liras, que Mussolini había pagado a la Santa Sede, según los términos del
Concordato. Desde entonces hasta 1958, este fondo especial fue administrado personalmente por un laico,
Bernardino Nogara, que fue después Vicepresidente de la Banca Comercial Italiana. Bajo su sagaz dirección,
debido a las buenas inversiones realizadas en Italia y en el extranjero, la Administración Especial había
conseguido aumentar notablemente la suma inicial recibida del Gobierno Italiano. Después del ingeniero
Nogara, la Administración especial ha sido dirigida por otro laico, el suizo marqués Henri de Maillardoz, ex
director del Crédit Suisse, nombrado Secretario General, y por Mons. Sergio Guerri, hoy cardenal de la Santa
Iglesia.
Pero ¿cuáles son los vínculos entre el Vaticano y el mundo de las finanzas internacionales? Este es el tema
sobre el que se ha escrito mucho y, con frecuencia, sólo con indicaciones y referencias vagas. En verdad es
difícil decido, dado el secreto con que se efectúan estas transacciones. Limitándonos al campo de la
Administración especial, mencionaremos a los Rothschild de París y de Londres, al Crédit Suisse en la
persona de Maillardoz, a la Banca Hambros de Londres, a la Banca J.P. Morgan de Nueva York, y, por último,
pero no la última, a la Bankers Trust Company de Nueva York. Uno de sus vicepresidentes, Andrew P.
Maloney, es el consejero para los Asuntos Económicos y Sociales de la Representación de la Santa Sede en
las Naciones Unidas. La Bankers Trust Company tiene sucursal en Roma, en la calle Bissolati 76, de la que es
director el conde Sebastián Bommartini. Se ha dicho que, para mantener el tradicional máximo secreto, cada
vez que la Santa Sede decide comprar o vender títulos en Wall Street, un funcionario de la Administración
Especial telefonea directamente a la Bankers Trust Company en Nueva York, sin pasar por la oficina de Roma.
Paulo VI, en mayo de 1968, ha reunido estas dos administraciones clave, dando a la nueva entidad el nombre
de Administración del Patrimonio de la Santa Sede. El cardenal francés Jean Villot, que, según dicen, es
también de origen hebreo, el actual Secretario de Estado, es el presidente y el cardenal Guerri el
vicepresidente. Esta Administración del Patrimonio ha sido dividida en dos secciones: ordinaria y
extraordinaria, que corresponden, respectivamente, a la ex-Administración de los Bienes de la Santa Sede y a
la que fue Administración especial. ¿Pero cuáles son las perspectivas hacia las que se orientan las finanzas de
la Santa Sede? ¿Seguirán en un campo de acción fundamentalmente italiano, con la mayoría de las
inversiones hechas en Italia, manejadas por altos prelados italianos, por príncipes, marqueses, condes,
barones y por parientes o protegidos de Papas italianos? ¿Continuará el secreto siendo la regla? "A estas
preguntas, dice Corrado Pallenberg, mi respuesta es: NO. No me arriesgaré, ciertamente, a profetizar cuándo
y cómo tendrá esto lugar, sino simplemente a notar que un cambio está en el aire, y que, en parte, se está ya
produciendo... Los cambios no acontecen únicamente en la cúspide. Es la Iglesia Católica entera la que está
atravesando, a impulsos del Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por el papa Juan, un período de
profunda transformación. Se está volviendo, dice Pallenberg, menos dogmática, menos autoritaria, menos
jerárquica, más abierta a las nuevas ¡deas y al debate, más consciente de la importancia de los laicos y de los
medios de comunicación social, y, en cierto sentido, más democrática".
"Del semicisma de los holandeses en el campo teológico al episodio del Isolotto de Florencia, de la clamorosa
toma de posición del cardenal belga Suenens contra la Curia Romana, contra la elección del Papa por parte de
los cardenales y no de los obispos, y contra los Nuncios como representantes diplomáticos del poder temporal,
de la reforma de la liturgia a la sustitución del latín por las lenguas modernas, de la revisión del Santoral al
movimiento en favor del matrimonio de los sacerdotes, de la negativa de muchos católicos a aceptar el
magisterio del Papa sobre el control de la natalidad a tantísimas otras cosas de disensión, hay toda una
revolución en curso en la Iglesia Católica a todos niveles. Una revolución en parte conducida desde arriba, y
en parte estimulada o deseada desde abajo. Es un hálito de reforma que, si no propiamente protestante, podrá
ser definido como evangélico, dice Pallenberg"; pero que yo diría como judaizante.
"Otra de las grandes tendencias generales es la progresiva internacionalización de la Curia Romana, con el
consiguiente declive de la influencia italiana". Indiscutiblemente que esta internacionalización, al parecer
benéfica, ha tenido, tiene y tendrá sus pésimos resultados en el gobierno de la Iglesia. Es, por cierto,
una táctica judía, que, al mismo tiempo que debilita la defensa, favorece su acción, encubre sus pérfidas
intenciones y multiplica con sus ganancias su poder dominador. El actual Secretario de Estado es el cardenal
francés Jean Villot, que ejerce también un cierto control sobre la Administración del Patrimonio de la Santa
Sede, sobre el Instituto para las Obras de Religión y sobre la Gobernación del Estado Ciudad del Vaticano.
Como Secretario del Instituto para las Obras de Religión el Papa ha nombrado a Mons. Paul Marcinkus, un
americano de 48 años, altísimo y robusto, gran jugador de golf, políglota, profundo conocedor de América
Latina y que se ha distinguido particularmente en la organización de los viajes del Papa al extranjero. Otro
americano, Mons. Raymond Etteldorf, se ha convertido ya en secretario de la Prefectura para los asuntos
económicos. Y un tercer americano, el cardenal John Joseph Wright, ex obispo de Pittsburg, ha sido colocado
al frente de la Congregación del Clero, que trata también cuestiones financieras.
CONTINUARÁ...