La NUEVA MISA, por Louis Salleron

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1. LA INSTITUTIO GENERALIS


El nuevo Ordo Missae va precedido de una Institutio generalis (Presentación general) que, una vez conocido su texto, suscitó un escándalo general. En efecto, esta "Institutio generalis" presentaba a la Nueva Misa en términos a tal punto equívocos y cercanos a la herejía que es posible preguntarse si a veces no eran inclusive efectivamente heréticos.


Sea como fuere, Paulo VI, ante el alud de protestas, hizo corregir los artículos más equívocos para dar intención católica a la misa misma.


Como esas cosas ya se han olvidado, creo de utilidad recordar aquí, presentándolo en doble columna, el texto primitivo (el de los autores del Ordo Missae, que figura en la editio typica de dicho Ordo) y el texto corregido de los principales artículos que se consideraron más equívocos (texto que figura al frente del nuevo Missale Romanum).


Las palabras subrayadas son las que fueron modificadas o agregadas.

La traducción del latín es la del Centro nacional de pastoral litúrgica 21.
TEXTO PRIMITIVO

Art. 7. — Cena dominica sive missa est sacra synaxis seu congregatio populi Dei In unum convenientis, sacerdote praeside, ad memoriale Domini celebrandum. Quare de sanctae Ecclesiae locali congregatione eminenter valet promissio Christi: «Ubi sunt duo vel tres congregati in nomine meo, ibi sum in medio eorum», (Mt. 18,20).

(La Cena del Señor, es decir, la misa, es una sinaxis sagrada, o sea, la reunión del pueblo de Dios, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor. Por eso la reunión de la Iglesia local realiza de manera eminente la promesa de Cristo: «Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt. 18, 20).


TEXTO CORREGIDO

Art. 7. — In Missa seu Cena dominicus populus Dei in unum convocatur, sacerdote praeside personamque Christi gerente, ad memoriale Domini seu sacrificium eucharisticum celebrandum. Quare de huiusmodi sanctae Ecclesiane coadunatione locali eminenter valet promissio Cristi: «Ubi sunt duo vel tres congregati in nomine meo, ibi sum in medio eorum» (Mt 18, 20). In Missae enim celebratione, in qua sacrificium Crucis perpetuatur, Christus realiter praesens adest in ipso coetu in suo nomine congregato, in persona ministri, in verbo suo, et quidem substantialiter et continenter sub speciebus eucharistis.

(En la misa o cena del Señor, el pueblo es convocado y reunido, bajo la presidencia del sacerdote que representa a la persona de Cristo, para celebrar el memorial del Señor, o sacrificio eucarístico. Por eso esa reunión local de la Santa Iglesia, realiza de manera eminente la promesa de Cristo: «Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt. 18, 20). En efecto, en la celebración de la misa en que se perpetúa el sacrificio de la Cruz, Cristo está realmente presente en la asamblea misma reunida en su nombre, en la persona del ministro, en su palabra y también, pero de manera sustancial y continua, bajo las especies eucarísticas).


TEXTO PRIMITIVO

Art. 48. — Cena novissima, in qua Christus menioriale suae mortis et resurrectionis instituit, in Ecclesia continue praesens efficitur cum sacerdos. Christum Dominum repraesentans, idem perficit quod ipse Dominus egit atque discipulis in sui memoriam faciendum tradidit, sacrificium et convivium paschale instituens.

(La última Cena, en la que Cristo instituyó el memorial de su muerte y su resurrección, se hace presente sin cesar en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo Señor, hace lo mismo que el Señor mismo hizo y que confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria de Él, instituyendo así el sacrificio y el banquete pascual. En efecto, Cristo, etc....).


TEXTO CORREGIDO

Art. 48. — In Cena novissima, Christus sacrificium et convivium paschale instituit, quo sacrificium crucis in Ecclesia continue praesens efficitur, cum sacerdos, Christum Dominum repraesentans, idem perficit quod ipse Dominus egit atque discipulis in sui memoriam faciendum tradidit. Christus enim etc...

(En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete pascual por el que el sacrificio de la cruz se hace presente sin cesar en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo, hace lo mismo que hizo el Señor y que confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria de el. En efecto, Cristo...).


TEXTO PRIMITIVO

Art. 55. — d) Narratio institutionis: qua verbis et actionibus Christi representatur cena illa novissima, in qua ipse Christus Dominus sacramentum Passionis et Resurrectionis suae instituit, cum Apostolis suum Corpus et Sanguinem sub speciebus panis et vini manducandum et bibendum dedit, iisque mandatum reliquit idef mysterium perpetuandi (...)

(d) El relato de la Institución: por las palabras y las acciones de Cristo se representa la última Cena en que Cristo Señor mismo instituyó el sacramento de su pasión y su resurrección, cuando dio a comer y beber a sus Apóstoles, bajo las especies del pan y del vino, su cuerpo y su sangre, y les dejó la orden de perpetuar ese misterio).


TEXTO CORREGIDO

Art. 55. — d) Narratio institutionis et consecratio: verbis et actionibus Christi Sacrificium peragitur, quod ipse Christus in Cena novissima instituit, cura suum Corpus et Sanguinem sub speciebus panis et vini obtulit, Apostolisque manducandum et bibendum dedit et iis mandatum reliquit idem mysterium perpetuandi (...)

(d) El relato de la Institución y la consagración: por las palabras y las acciones de Cristo se realiza el sacrificio que Cristo mismo instituyó en la última Cena cuando ofreció su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del vino, las dio a comer y beber a sus apóstoles y les dejó la orden de perpetuar ese misterio).


TEXTO PRIMITIVO

Art. 56. — Cum celebratio eucharistica convivium paschale sit, expedit ut, iuxta mandatum Domini, Corpus et Sanguis eius ut cibus spiritualis accipiantur (...) a) Oratio dominica: In ea panis cotidianus petitur, qui christianis praecipue in Corpore Christi datur, atque purificatio a peccatis imploratur, ita ut sancta revera sanctis dentur (...)

(Puesto que la celebración eucarística es el banquete pascual, conviene que, según la orden del Señor, su cuerpo y su sangre sean recibidos como alimento espiritual (...). a) La Oración dominical: en ella se pide el pan cotidiano que se da a los cristianos principalmente en el cuerpo de Cristo, y se implora la purificación de los pecados, para que las cosas santas sean verdaderamente dadas a los santos (...).


TEXTO CORREGIDO

Art. 56. — Cum celebratio eucharistica convivium paschale sit, expedit ut, iuxta mandatum ,Domini, Corpus et Sanguis eius a fídelibus rite dispositis ut cibus spiritualis accipiantur (...) a) Oratio dominica: In ea panis cotidianus petitur, quo christianis etiam Panis eucharisticus innuitur, atque purificatio a peccatis imploratur, ita ut sancta revera sanctis dentur (...)

(Puesto que la celebración eucarística es el banquete pascual, conviene que, según la orden del Señor, su cuerpo y su sangre sean recibidos por los fieles bien preparados como alimento espiritual (...). a) La Oración dominical: en ella se pide el pan cotidiano, que también recuerda a los cristianos el pan eucarístico y se implora la purificación de los pecados para que las cosas santas sean verdaderamente dadas a los santos (...).


TEXTO PRIMITIVO

Art. 60. — Etiam presbyter celebrans coetui congregato in persona Christi praest, eius orationi praesidet, illi nuntium salutis proclamat, populum sibi sociat in offerendo sacrificio per Christum in Spiritu Sancto Deo Patri, et cum fratribus suis panem vitae aeternae participat (...)

(Aun cuando sea un simple sacerdote el que celebra, está a la cabeza de la asamblea como ocupando el lugar de Cristo, dirige la oración, le anuncia el mensaje de salvación o se asocia al pueblo en la ofrenda del sacrificio a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo, y comparte con sus hermanos el pan de vida eterna (...).


TEXTO CORREGIDO

Art. 60. — Etiam presbyter, qui in societate fidelium sacra Ordinis potestate pollet sacrificium in persona Christi offerendi, exinde coetui congregato praest, eius orationi praesidet, illi nutium salutis proclamat, populum sibi sociat in offerando sacrificio per Christum in Spiritu Sancto Deo Patri, fratribus suis panem vitae aeternae dat, ipsumque, cum illis participat (...)

(Aun cuando sea un simple sacerdote el que celebra, él, que en la sociedad de los fieles tiene el poder del orden para ofrecer el sacrificio en lugar de Cristo, está a la cabeza de la asamblea, dirige su plegaria, le anuncia le mensaje de salvación, se asocia al pueblo en la ofrenda del sacrificio a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo, da a sus hermanos el pan de vida eterna y lo comparte con ellos (...).

Las demás modificaciones, aunque numerosas, tienen menos que ver con nuestro tema. Por lo tanto, las dejo a un lado. Destaquemos, empero, que en el artículo 80, que enumera los objetos que deben prepararse para la celebración de la misa, el texto rectificado menciona el platillo para la comunión (patina pro communione fidelium), del cual no se hacía mención en el texto primitivo. Es una indicación sobre la manera en que debe darse la comunión, indicación reforzada por el artículo 117, en el cual el uso del platillo para la comunión (tenens patinara sub ore), que no figura en el texto primitivo, es objeto de precisiones en el texto corregido. Asimismo, el artículo 283, que trata del pan eucarístico, determina en su versión corregida que no sólo debe ser ázimo sino "confeccionado según la forma tradicional" (forma tradita confectus), para evitar los abusos ya conocidos.


Al margen de las correcciones introducidas en la Institutio generalis, hagamos notar que el número de junio de 1970 de Notitiae, en el que se informa sobre el tema, señala también modificaciones mínimas en el Ordo Missae, entre las cuales "Que la paz del Señor sea siempre con vosotros, se dice volviéndose hacia el pueblo" (D.C., 2-16, agosto 1970, p. 716). No se entiende el sentido de esta indicación si la misa se dice de cara al pueblo.


Me dirán: si la Institutio generalis ha sido corregida, ¿ya no es equívoca? Además de serlo aún en mayor o menor grado, incluso en el artículo 7, no hay que olvidar que se trataba de la redacción primitiva que servía de introducción al nuevo Ordo Missae, el cual no ha sido modificado.


Los autores de la Institutio generalis son los autores del Ordo Missae. En la Institutio generalis nos dicen qué es el nuevo Ordo. Modifican el rito tradicional para hacerlo aceptable a los protestantes. Es un rito ecuménico. Eso explica su definición del artículo 7, que vale para la cena protestante aún más que para la misa católica.


Todo eso constituye una evidencia. Asimismo, en el prólogo de las "Instrucciones oficiales sobre los nuevos ritos de la Misa", presentados por el C.N.P.L. (Edición du Centurion, 1969), Pierre Jounel, del Consilium litúrgico, escribe: "A falta del Ordo Missae [todavía en proceso de traducción], se ha considerado indispensable dar a conocer rápidamente la Presentación general del Misal Romano [la Institutio generalis], la cual provee su comentario y justifica sus opciones".


La Presentación general traducida es la de la editio typica, es decir, el texto primitivo de los autores del Ordo Missae. Cuando Pierre Jounel nos dice que esa Presentación "provee el comentario" y "justifica las opciones" del Ordo Missae, se expresa mal puesto que la Presentación no es, propiamente hablando, un "comentario" y no "justifica" las opciones; pero igual se comprende muy bien lo que Jounel quiere decir, a saber, que la Presentación revela claramente las opciones teológicas que presidieron el establecimiento del nuevo rito y que, a ese respecto, es como su comentario. El primitivo artículo 7 es el faro que ilumina la Presentación general y el nuevo rito. Dicho rito es expresamente equívoco, dado que puede ser aceptado como católico por los católicos y como protestante por los protestantes. Sin negar las definiciones y determinaciones del Concilio de Trento, les pasa la goma de borrar.


21 Damos aquí la versión de esa traducción del latín al francés. (N. de la T.)


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II. EL NOVUS ORDO MISSAE


Los autores del nuevo Ordo Missae han querido hacer un rito equívoco. Pero ¿han tenido éxito? Un
rito no es una exposición doctrinal. Por lo tanto, la noción de equívoco resulta quizás difícil de atribuírsele.


Sin duda, pero entre la ley de la oración y la ley de la fe hay estrecha vinculación. Lex orandi, lex
credendi.
Ahora bien, un examen atento del nuevo Ordo muestra a las claras lo que tiene de equívoco.


Para este punto me remito al estudio publicado en el nº 122 (1969) de La Pensée Catholique por "Un
grupo de teólogos", y al "Breve examen crítico de la Nueva Misa", publicado como suplemento del nº 141
(marzo de 1970) de Itinéraires. Ese "Breve examen" fue presentado a Paulo VI por los cardenales Ottaviani
y Bacci en una carta en que se dice: "...el nuevo Ordo Missae, si se consideran los elementos nuevos,
susceptibles de apreciaciones muy diversas, que allí parecen sobreentendidos o implícitos, se aleja de manera impresionante, tanto en el conjunto como en los detalles, de la teología católica de la santa misa tal como fue formulada. en la XXa. sesión del Concilio de Trento,
el cual, al fijar definitivamente los «cánones» del rito, opuso una barrera infranqueable a toda herejía que pudiese afectar la integridad del misterio”.


Si ese rito no es equívoco, ¿cuál lo será?


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III. DE LA PARTE PROTESTANTE


Si alguien todavía pudiera dudar de que el nuevo Ordo Missae es equívoco —a la vez posiblemente
católico para los católicos y posiblemente protestante para los protestantes—, los convencerán las
declaraciones de los propios protestantes.



Recordaré algunos textos que ya he tenido ocasión de citar.

—En La Croix del 30 de mayo de 1969, Max Thurian, de la comunidad de Taizé, escribe que el nuevo
Ordo Missae "es un ejemplo de esa fecunda preocupación por la unidad abierta y la fidelidad dinámica, por
la verdadera catolicidad: uno de sus frutos será tal vez que comunidades no católicas podrán celebrar la
Santa Cena con las mismas oraciones que la Iglesia Católica. Teológicamente, es posible”.
Pero no lo era
con el rito tradicional.



—En Le Monde del 22 de noviembre de 1969 pueden leerse extractos de una carta enviada al obispo
de Estrasburgo por el Sr. Siegvalt, profesor de dogma en la Facultad protestante de dicha ciudad. Siegvalt
asevera que "nada hay en la misa ahora renovada que pueda molestar verdaderamente al cristiano
evangélico".



—En La Croix del 10 de diciembre de 1969, Jean Guitton reproduce una observación que leyó en una
de las más importantes revistas protestantes: “Las nuevas oraciones eucarísticas han eliminado la falsa perspectiva de un sacrificio ofrecido a Dios”.


—En el número de enero de 1974 de L'Eglise en Alsace, publicación mensual de la Oficina diocesana
de información, se puede leer un documento muy interesante originado en el Consistorio superior de la
Confesión de Augsburgo y Lorena, llamada Iglesia "evangélica", o sea, protestante (de fecha 8 de diciembre
de 1973). El documento se publica íntegramente. Me contentaré con los extractos siguientes:

“Dadas las formas actuales de la celebración eucarística en la Iglesia católica y en razón de las
convergencias teológicas presentes, muchos obstáculos que hubieran podido impedir a un protestante
participar en su celebración eucarística parecen hallarse en vías de desaparición. Hoy en día debería serle
posible a un protestante reconocer en la celebración eucarística católica la cena instituida por el Señor (...)

“...Nos atenemos al uso de las nuevas oraciones eucarísticas en las cuales volvemos a encontrarnos
y que tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio que teníamos el hábito de atribuir al
catolicismo. Esas plegarias nos invitan a volver a encontrar una teología evangélica del sacrificio (...)”



Estos textos, a los que se podrían agregar otros muchos, son perfectamente claros. Establecen, sin
lugar a discusión, el carácter equívoco de la Nueva Misa.



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IV. DE PARTE DE “LA IGLESIA DE FRANCIA”


Todo lo que acabamos de decir se refiere al nuevo Ordo Missae en su edición oficial en latín.

En francés, el equívoco resulta, si así puede decirse, aún más patente en el sentido de que
traducciones, modificaciones y "adaptaciones" hacen de la Nueva Misa un rito cada vez más alejado del
propio Novus Ordo Missae. A lo cual debe agregarse que la intención de los responsables de la Iglesia de
Francia —¿habrá que hablar de los obispos o de las oficinas?— es clara:
la Nueva Misa pone gran distancia
con respecto a la doctrina del Concilio de Trento.



El nuevo Misal de los domingos proclama con toda tranquilidad que en la misa "se trata simplemente de rememorar el sacrificio único ya cumplido", con menosprecio del canon del Concilio de Trento, que declara: "Si alguien dice que el sacrificio de la Misa no es más que una simple conmemoración del sacrificio realizado en la Cruz (...), sea anatema". (XXXIla. Sesión, can. 3).


El Nuevo Misal de los domingos enuncia, pues, una proposición puramente herética.


¿Se tratará de un descuido? Resultaría muy extraño, ya que los autores son "expertos" veteranos y la
fórmula es demasiado erudita para salir de la pluma de un cualquiera. Asimismo, un descuido se corrige.
Ahora bien, la profesión de fe herética del Nuevo Misal de los domingos, que se halla en la edición de 1969-
1970, en la página 332, es reiterada, sin cambios, en la edición de 1973, en la página 383. ¿Resulta necesario
agregar que el Nuevo Misal de los domingos ostenta el Nihil obstat y el Imprimatur (N.O. de L. Mougeot e
1. de René Boudon, obispo de Mende, en 1972 como en 1969)? De esa manera la herejía se inculca
oficialmente a centenares de miles de católicos que usan el Nuevo Misal de los domingos.



¿Podría decirse que esa enseñanza oficial es corregida por la de los obispos que recordasen en sus
mandatos y sus alocuciones el dogma del Sacrificio eucarístico y de la Presencia real, en el pleno sentido que
da el Concilio de Trento a esas expresiones? Si esa enseñanza ha podido ser dada por tal o cual obispo, sólo
ha podido ser a título excepcional y no tenemos recuerdo de ello.
En su conjunto, el Episcopado francés
guarda silencio sobre la verdadera naturaleza del Santo Sacrificio de la Misa, manteniendo así el equívoco, o
protegiendo la herejía, por razones que aquí no deseamos investigar.



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V. POR PARTE DE LA HISTORIA


La Historia arroja viva luz sobre lo que sucede hoy en la Iglesia. Se podrían dar infinitamente citas
de Lutero, Calvino, Zuinglio, Cranmer, para demostrar que otra vez nos hallamos frente a la aventura de la
Reforma, y que la misma Iglesia Católica vive la evolución que vivieron en el siglo XVI las diversas ramas
que dieron origen a las "iglesias" incluidas dentro de la denominación de "protestantismo".


Las citas que podrían hacerse para recordar la obra de los "Reformadores" resultarían demasiado
numerosas y exigirían demasiadas notas explicativas para que aquí nos dediquemos a eso.

Baste decir que la Nueva Misa es, litúrgicamente, la Cena "evangélica", con su carácter de comida,
su lengua popular, su mesa, su celebración de cara al pueblo, su comunión en la mano o bajo las dos
especies y, en las palabras y los ritos, el desdibujamiento de la representación del Sacrificio, de la Presencia
real y del sacerdocio ministerial.


¿Herejía? No, puesto que el papa mantiene la doctrina de la Misa. Pero equívoco, sí, indudablemente, puesto que la acción litúrgica puede llevar, y en efecto, lleva, a una cantidad de clérigos y seglares a considerar que la misa ha cambiado y que vuelven a hallar la verdadera misa en eso que no es más que su alteración o su modificación.


CONCLUSIÓN


La conclusión surge por sí sola. Firmar una declaración como la que el cardenal Marty proponía a
Mons. Ducaud-Bourget sería suscribir una mentira.

Pero, me dirán, el cardenal Marty pedía a Mons. Ducaud-Bourget firmarla con él. Porque el cardenal
Marty la firma con las dos manos.

¿Qué contestar, sino que eso es asunto del cardenal y que es una cuestión entre él y su conciencia?

Saber si la Nueva Misa está "cercana a la herejía" es una cuestión que les dejo a los teólogos. Pero negar que la Nueva Misa es equívoca equivale a negar la evidencia.

No vemos qué interés hay en negar la evidencia.

¿Habría, en cambio, interés en tener una misa equívoca, una liturgia equívoca, una doctrina
equívoca? Eso es lo que, sin duda, piensan nuestros modernos reformadores. Así también pensaban los
semi-arrianos hace mil quinientos años. La Iglesia estuvo a punto de zozobrar.
Pero fueron Atanasio e
Hilario quienes casi solos, perseguidos, la salvaron. Y ellos son, no Arrio, los que la Iglesia canonizó.


Louis Salleron


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POR QUÉ LA NUEVA MISA FAVORECE LA HEREJÍA
Itinéraires. Mayo 1975.


La Nueva Misa es equívoca. Por ese solo hecho favorece la herejía, puesto que concuerda tanto con la
doctrina protestante como con la doctrina católica. Para darse cuenta de ello no se necesita ser teólogo:
basta con aproximarnos a los textos de la doctrina católica de quienes presentan la Nueva Misa. La
diferencia, casi la oposición, salta a la vista.



1. LA DOCTRINA CATÓLICA

Hasta la introducción del Nuevo Catecismo todos los católicos sabían qué es la misa, porque lo
habían aprendido en el catecismo.

Su conocimiento podía ser limitado, pero era exacto. La liturgia se los confirmaba a lo largo de su
vida. Sabían que la misa era el "santo sacrificio". Sabían que en la elevación el pan y el vino se convertían en
el Cuerpo y la Sangre de N. S. Jesucristo. Sabían que únicamente los sacerdotes podían decir la misa y
consagrar el pan y el vino.


El carácter sagrado del sacramento eucarístico, del sacrificio de la misa y del sacerdocio se imponía
a su espíritu tanto como, por otra parte, a los incrédulos, y no confundían la comunión con una comida
cualquiera. El sacrilegio, cualquiera fuese la manera en que se manifestase, era lo que atentaba contra el
misterio eucarístico.

Así, pues, la fe católica era profesada o reconocida por unos y por otros, en virtud de una enseñanza
tradicional indiscutida y de una práctica litúrgica unánimemente respetada.


¿Cuáles eran las fuentes de esa enseñanza y de esa liturgia?

Ante todo, la tradición, inmemorial, que se podría resumir en la admirable fórmula de San Agustín:
Semel immolatus est in semetipso Christus; el tamen quotidie immolatur in sacramento (citada por Santo
Tomás, S. T. III, 83, 1, sed c.). "Un día Cristo fue inmolado en su propia persona; y, sin embargo cada día es
inmolado en el sacramento".


Luego, el Concilio de Trento, que, frente al protestantismo, había recordado y definido con precisión
la doctrina de la Iglesia sobre la Eucaristía (en su XIIIa. sesión, 1551) y sobre el sacrificio de la misa (en su
XXIIa. sesión, 1562).

Esa doctrina vuelve a encontrarse, sin modificaciones, en varios textos del Vaticano II, especialmente en la Constitución dogmática Lumen Gentium y en el Decreto Presbyterorum ordinis.

Paulo VI volvió a formularla claramente en su encíclica Mysterium fidei (3 de septiembre de 1965) y
en su "profesión de fe" del 30 de junio de 1968, en la que se puede leer: Nos creemos que la misa celebrada
por el sacerdote en representación de la persona de Cristo en virtud del poder recibido por el sacramento
del orden y ofrecido por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es el sacrificio del
Calvario hecho presente sacramentalmente sobre nuestros altares. Nos creemos que, así como el pan y el
vino consagrados por el Señor en la Santa Cena se cambiaron en su cuerpo y en su sangre que iban a ser
ofrecidos por nosotros en la Cruz, también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se cambian en el
cuerpo y en la sangre de Cristo glorioso que está en el cielo, y Nos creemos que la presencia misteriosa del
Señor bajo eso que sigue apareciéndose a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es una
presencia verdadera, real y substancial.


Por otra parte, si queremos volver a situar la Eucaristía y la Misa en el conjunto de la liturgia,
disponemos de una exposición doctrinal de conjunto, de valor incomparable, en la encíclica de Pío XII
sobre la "santa liturgia": Mediator Dei, del 20 de noviembre de 1947.


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II. LA DOCTRINA DE LA NUEVA MISA


La doctrina de la Nueva Misa está implícita en el Ordo Missae. A sabios teólogos como los
cardenales Ottaviani y Bacci no les resultó difícil ver que se aleja "de manera impresionante" de la doctrina
de Trento. Los católicos rasos, los que no conocen más que el catecismo, tal vez podrían dudar de ello; pero
tienen amplias aclaraciones en la Institutio generalis, algunas de cuyas fórmulas eran tan claramente
protestantes que hubo que corregirlas para hacerlas compatibles con la doctrina católica. La comparación
del texto original con el texto corregido no deja duda alguna sobre la intención de sus redactores.


Sin embargo, disponemos de un documento más probatorio todavía, si eso es posible, que la
Institutio generalis: un folleto titulado "La celebración de la misa", cuyo objetivo lo indica un pequeño
subtítulo, "Para comprender mejor y realizar bien la reforma", y otro subtítulo algo más importante:
"Orientaciones pastorales - Sugerencias prácticas".


Se trata de un documento oficial, El folleto ha sido editado por los "Centros nacionales de pastoral
litúrgica de los países de habla francesa". Ostenta el siguiente imprimatur: "Para la Comisión episcopal
francófona: - Imprimatur - Mende, 14 de octubre de 1969 - René Boudon - obispo de Mende - presidente de
la Comisión".


"La celebración de la misa" va destinado a los sacerdotes. En lo esencial, es el comentario teórico y
práctico de la Institutio generalis, una especie de cartilla que permite al sacerdote ubicarse en el nuevo rito
y hacer uso de él en el espíritu que se pretende.


(La versión de la Institutio generalis que se utiliza es la versión primitiva, la misma que debió ser
corregida para hacerla un poco más católica. Querríamos saber si "La celebración de la misa"
fue reemplazado por otro folleto cuando se corrigió la Institutio generalis. Es poco probable. Sea como fuere, la
versión primitiva permitía a los novadores expresar sus ideas con toda libertad. Estaban en mejores
condiciones de captar el espíritu de la reforma por cuanto eran sus principales autores.)


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La primera página nos advierte de entrada que, en la reforma que entra en vigencia, se trata de
comprender mejor:
―—"no solamente cómo se presenta la celebración,
―—sino también qué preparación requiere de nuestra parte para ser fructífera;
―—por último, y sobre todo, cuáles son los objetivos por conseguir a través de la reforma de los
ritos”
22

Dichos objetivos son cuatro: 1. Reunir al pueblo de Dios; 2. Promover una celebración común; 3.
Permitir un auténtico encuentro con Jesucristo hoy; 4. Situar la misa en el corazón de la misión de la
Iglesia.

Los objetivos se detallan en dos páginas. En ellas se buscará en vano la menor palabra, la menor
idea que recuerde el sacrificio de la misa.



En la última edición, o en una de las últimas ediciones (1947) del pequeño "catecismo para uso de las
diócesis de Francia" leíamos, en el capítulo de la misa, la siguiente pregunta: "¿Por qué se ofrece a Dios el
sacrificio de la Misa?"
y la respuesta: "El sacrificio de la Misa se ofrece a Dios para adorarle, agradecerle,
pedirle perdón y obtener sus gracias".
Eso pertenece a la prehistoria. Ya no se trata más que de reunión, de
comunidad y de celebración, en lo que desaparecen tanto la verdadera naturaleza de la misa como su
significado y sus fines.



Desearíamos citar el total de esas dos páginas destinadas a los "objetivos por conseguir". El estilo
está a la altura del contenido. Damos unas muestras:

"Dar a los ritos toda su fuerza:
―—de expresión: tienen por objeto hacer comprender el proyecto y la acción de Dios, y la respuesta
de los miembros de la asamblea;
―—de comunión: tienen por objeto realizar una comunión entre Dios y su pueblo, en Jesucristo...
―Hacer de toda la celebración una acción dinámica:

―—que permita vivir el movimiento espiritual de la misa al cual quieren introducirse los ritos: la
celebración es atravesada por un movimiento, una marcha dinámica con sus tiempos fuertes y sus tiempos
secundarios, su progresión, formas de participación diferentes y complementarias. No es tanto una cuestión
de lentitud o de rapidez como de ritmo en el desarrollo de la misa; los diálogos desempeñan en ella un papel
importante... ", etc.


Todo el resto es de la misma índole y es regido por el mismo pensamiento.

22. Aquí y en las próximas citas el subrayado es nuestro. (N. del A.)

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Re: La NUEVA MISA, por Louis Salleron

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Después de los objetivos por conseguir: PREPARAR LA CELEBRACIÓN. Se trata de "constituir la
asamblea celebrante”.


1) Primeramente: “preparar a las personas”, a saber, "la asamblea", "el sacerdote celebrante", "los
ministros", "el servicio del canto".

La asamblea viene al frente, como conviene en una "asamblea celebrante".

El sacerdote "celebrante" (también él) no deja de estar "al frente de la asamblea". El artículo 60, no
rectificado, de la Institutio generalis es reproducido lisa y llanamente. Pero el folleto nos "remite a ella" sin
cesar. Citamos:

El primer objetivo del sacerdote es, pues, conocer a ese pueblo cuya oración ha de presidir...
"...Debe colocarse frente a esos hombres concretos...
"…Es miembro del Pueblo de Dios: la función particular que dentro de él le corresponde lo pone,
primeramente, al servicio de ese pueblo y de su oración... ", etc

Después de la asamblea y el sacerdote "celebrante" (y sobre todo, "presidente"): los "ministros" que,
junto con el sacerdote, están "al servicio de la celebración".

"Un esfuerzo pastoral a largo plazo, pero comenzado desde ahora, aspirará a lograr que la
comunidad encuentre en su seno los ministros que necesita para celebrar convenientemente”.

Por último, el "servicio del canto". Los ministros que intervienen en él están también ellos "al
servicio de la asamblea, de la cual son miembros por entero" (¿?). Notemos que en los cinco apartados que
se refieren al "servicio del canto", las palabras canto gregoriano no aparecen por ninguna parte y nada hay
que las recuerde.


2) Así como para "preparar la celebración" hay que "preparar a las personas", también hay que
"preparar los textos" con el fin de "favorecer el diálogo entre Dios y su pueblo".

"¿De qué se trata?"

El folleto mismo formula la pregunta y contesta: "Celebrar la Eucaristía es siempre actualizar, en la
acción de gracias, la totalidad del misterio de la salvación, en su riqueza de contenido y de eficacia".

Más adelante veremos que, en la celebración, "el primer movimiento del sacerdote es saludar al
altar, centro de la acción de gracias...” (p. 60).

Pensamos en el tercer canon del Concilio de Trento sobre el santo sacrificio de la misa: "Si alguien
dice que el sacrificio de la Misa no es más que un sacrificio de alabanza y de acción de gracias (...), sea anatema".


Puesto que se trata de "preparar los textos" surge el interrogante: "¿Cuál misa celebrar?"

El folleto nos indica en seguida los "principios generales" que deben regir la respuesta. Veámoslo in
extenso:

"Toda misa es a la vez:
"—celebración en comunión con la Iglesia universal, que despliega las riquezas del misterio de la
salvación según el ciclo litúrgico y los aniversarios de los santos;
"—celebración de un pueblo concreto, con sus preocupaciones y sus necesidades;
"Por lo tanto, debe tomar en cuenta esos dos datos complementarios.
"Pero su importancia relativa variará según las circunstancias:
"—la memoria ordinaria de un santo se impone con menos fuerza que la celebración de Pascua;
"—la existencia de una comunidad de hombres a veces sabe de acontecimientos graves cuya urgencia
es evidente" (p. 12).
¡Vaya, pues, usted a encontrar en eso el santo sacrificio de la Misa!
"En definitiva, se trata de devolver a una comunidad los elementos que necesita para construir su
oración y celebrar la Eucaristía en la Iglesia" (p. 19).


CONTINUARÁ...
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InHocSignoVinces
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Re: La NUEVA MISA, por Louis Salleron

Message par InHocSignoVinces »

3) No basta con preparar a las personas y los textos: también hay que "preparar los lugares y las
cosas",
con el fin de permitir "una acción litúrgica verdadera y bella".

Para empezar, se nos informa que “sea cual fuere el local —normalmente una iglesia—, su arreglo
depende todo de la asamblea celebrante..." (p. 22).

El conjunto de ese capítulo que sigue a la Institutio generalis, nada nos dice de particular sobre ella.
Todo lo que tiene de refutable la Institutio vuelve a encontrarse ahí, con eventuales matices suplementarios.
Por ejemplo, el artículo 27 de la Institutio, al hablar del "sitio" del celebrante, dice que debe estar colocado
de manera que exprese su función de presidente de la asamblea y director de la oración, En el folleto se
declara con toda tranquilidad: "El sacerdote preside la asamblea y dirige su oración: el lugar que ocupa
expresa esa función y le permite cumplirla mejor. Su sitio, etc.".
Este texto figura con el título de "El lugar
del sacerdote celebrante”.
De ese modo se tiene la impresión de que el sacerdote celebrante es ante todo o
exclusivamente el sacerdote presidente y que su lugar normal es el "sitio" que "expresa esa función".

El folleto se cree obligado a puntualizar, con respecto al lugar de los fieles, que es necesario
"constituir una asamblea en la que todos sean iguales (nada de lugares reservados)...” (p. 24).

Eso se comprendía, pero queda mejor aclararlo. Se advierte así la ruptura que existe entre el sacerdote "presidente", los "ministros" diversos, lectores, cantores, encargados de la colecta, por una parte, y la morralla indiferenciada que debe contentarse con quedar bajo la férula de aquellos que son sus
servidores, por la otra. Desde el punto de vista sociológico es un hecho interesante para tener en cuenta. Ya
se trate de la sociedad religiosa o de la sociedad secular, cada vez que se proclama con fuerza la igualdad y
que los dirigentes se declaran servidores de los iguales, hay la seguridad de que una minoría de tecnócratas
ejercerán su dictadura sobre el pueblo impotente.

Ya conocemos los "objetivos" por conseguir, ya sabemos cómo "preparar" la celebración; ahora
queda lo esencial, es decir, la CELEBRACIÓN DE LA MISA propiamente dicha, con sus diferentes fases:
"apertura", "liturgia de la Palabra", "liturgia de la Eucaristía" y "rito de conclusión".

También aquí el folleto sigue tan de cerca a la Institutio generalis (en su primera versión, no rectificada) que no agrega gran cosa a lo que podría decirse acerca de la Institutio. Simplemente, el hecho de leer esos textos en francés y presentados con claridad en el desarrollo de la misa hace mucho más sensible la eliminación de la idea de sacrificio. Todo queda limitado a la materialidad de la repetición de la Cena sin querer ir más allá.

Citemos algunos textos.

Sobre el ex ofertorio, es decir, la "preparación de las ofrendas": "Lo que ahora se realiza no es una
ofrenda de los hombres ni una ofrenda de Cristo. La verdadera ofrenda de Cristo (y de la asamblea unida a
Cristo) tiene lugar durante la Oración eucarística, Antes se preparan las ofrendas, como lo hizo Cristo (sic).
Por lo tanto, debe emprenderse un serio esfuerzo pastoral (de revisión de comentarios, del uso de ciertos
cánticos)."
(p. 52). Por otra parte, se nos ha puntualizado que: "Colocada entre la liturgia de la Palabra y la
Oración eucarística, esta parte es un tiempo menos intenso de la celebración: permite cierto respiro"
(!)

Al Lavabo: "La fórmula breve que en lo sucesivo acompaña a ese gesto expresa el deseo de
purificación interior. Ya que se debe hacer ese gesto, es normal hacer de él una verdadera ablución, pero
será discreto, ya que el pueblo no lo hace"
(!) (p. 54).

La presentación de la Oración eucarística y de sus diversos elementos es la misma de la Institutio
generalis,
en su primera versión. En ella, pues, se debe mencionar "el relato de la institución: por las
palabras y las acciones de Cristo se representa la última Cena en la que Cristo Señor mismo instituyó el
sacramento de su pasión y de su resurrección..."
(p. 56). Se sabe que el texto corregido es: "narratio
institutionis et consecratio: verbis et actionibus Christi sacrificium peragitur, quod ipse Christus in Cena
novissima instituit...".
Los redactores del folleto ignoraban esa rectificación. No es sorprendente que, pocas
líneas después, escriban:

"La Oración eucarística tiene de esa manera un 'dinamismo interno que la celebración debería expresar y hacer percibir.

"En ese dinamismo los relatos de la institución (advertir la expresión) aparecen unidos a un conjunto. En la celebración se los dirá con sencillez, como relatos, que asumen aquí un significado particular por todo su contexto (epiclesis, anamnesis)" (p. 58).

La oración eucarística es una oración "presidencial" que el sacerdote dirige a Dios "como el que
preside la asamblea en nombre de Cristo".


"Esta oración hecha por el sacerdote en nombre de todo el pueblo sacerdotal ("Nos...") se funda, en
la celebración, sobre el asentimiento de los fieles (verdaderamente como vos decís, eso es justo y bueno...) e
invoca su adhesión con el corazón y con la boca..." (p. 58).

El sacerdote ora en nombre de la asamblea, pero siempre está al servicio de la asamblea "celebrante".

"Si el sacerdote tiene una función particular, propia, lo que dice está, en realidad, al servicio de la
asamblea, y debe crear una comunicación y favorecer la oración del pueblo cristiano"
(p. 58).


CONTINUARÁ...
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